Al borde de las tres de la madrugada, el cohete Vega estaba preparado para salir desde Kurú, en la Guayana Francesa, transportando en sus entrañas al mayor proyecto aeroespacial en el que se ha embarcado la industria española. Liderado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, el satélite SEOSAT-Ingenio era el primer satélite español de observación terrestre, capaz de tomar imágenes de la superficie terrestre con una impresionante resolución de 2,5 metros.
Y despegó, como estaba previsto, a las 02:52 de la mañana. Pero, como decía Juan Luis Hortelano, la alegría nos duró ocho minutos.
Porque, según ha explicado la Agencia Espacial Europea, “ocho minutos después del despegue de la misión VV17 de Vega, tras el primer encendido del motor de la etapa superior de Avum (módulo superior de combustible líquido), se identificó una desviación de la trayectoria, lo que implica la pérdida de la misión”.
200 millones perdidos en ocho minutos
Tras años de trabajo y un presupuesto de 200 millones de euros, el Spanish Earth Observation Satellite – Ingenio era un instrumento óptico de alta resolución con dos cámaras capaces de cubrir 28 kilómetros de ancho cada una. La idea es que pudieran captar imágenes terrestres gracias a sus dos canales: uno pancromático (blanco y negro) de 2,5 metros de resolución y otro multiespectral con cuatro bandas (azul, verde, rojo e infrarrojo cercano) de 10 m de resolución.
Gracias a ello, prometían nuevas aplicaciones en el campo de la topografía, el control de las cosechas, el desarrollo urbanístico y la gestión del agua, además de ayudar en el control y la evolución de inundaciones, incendios o terremotos. Con el fallo de Vega, el proyecto vuelve a la casilla de salida.
Los técnicos de la ESA ya están realizando análisis telemétricos con la idea de localizar la causa del fallo y a lo largo de la mañana [14:00h] se darán los detalles que se hayan recabado. No obstante, hay algo que parece claro: el lanzamiento del mayor proyecto espacial español hasta el momento se da por perdido.