El nombre deja lugar a poca duda de lo que es, aunque los astrónomos aún nadan en un mar de ellas en lo que se refiere a estos vacíos en sí. Los vacíos (no todos son grandes) son regiones que contienen un número de galaxias muy bajo o incluso ninguna, pero se desconoce el mecanismo de su formación y su composición.

El más grande fue descubierto en 2013, aunque el que se quedó con el nombre ‘Giant Void’ fue otro descubierto en 1988 (distinto de ‘Great Void’, correspondiente a uno aún menor también llamado «Vacío de Boötes»). ¿Y qué ocurre con ellos?

Primero, que no se sabe cómo se han llegado a formar. Se cree que su formación se originó en el Bing Bang, por una serie de implosiones de materia y un desacoplamiento de la misma con respecto a la radiación.

Y segundo, que de confirmarse que la Vía Láctea se sitúa en el borde de un gran vacío de más de 1.000 millones de años luz estaríamos más cerca de resolver el desacuerdo que existe en torno a las medidas de la constante de Hubble, la cual se emplea para medir la velocidad a la que se expande el universo.