Materia oscura y Energía oscura, lo oímos mucho pero no nos hayan explicado con detalle qué es, de qué se compone o qué forma tiene.

A los científicos les pasa algo similar con la materia oscura, aunque no por gusto si no por el tan necesario método científico: saben que está ahí, que hay algo, pero la materia oscura sigue siendo un misterio.

Aunque al tratarse de materia es una parte importante del universo (aproximadamente un 27% de éste según los científicos del CERN), su estudio también se realiza aquí en la Tierra. De hecho una de las motivaciones de reactivar el LHC (el Large Hadron Collider del CERN) tras dos años parado era el detectar las partículas que faltan para completar la teoría de la supersimetría, en la que cada partícula del modelo estándar debe estar acompañada de una aún no descubierta.

Pero… ¿Qué es la materia oscura? Más que lo que es, es lo que no es. Es decir, se trata de lo que no es materia ordinaria (bariónica), neutrinos o energía oscura.

No interactúa con ninguna radiación electromagnética (de ahí su nombre, porque ni absorbe, ni refleja ni emite luz) y su existencia no se asegura, sino que se infiere (a partir de los efectos gravitacionales que tiene en la materia visible). Con la tecnología, cada vez más avanzada, la hemos querido representar, pero de momento tampoco es visible.

Tampoco se conoce su composición, pudiendo incluir partículas como neutrinos, axiones, WIMPs, planetas, estrellas enanas y nubes de gas. Se estima que el 95% del universo se compone de materia oscura (23%) y energía oscura (72%), de la cual aún se desconoce más.

Se distribuye a través del universo tanto en el espacio como en el tiempo de modo que no tiene efectos gravitacionales locales, sino en todo el universo. Verse no puede verse, pero sí detectarse, como ocurrió gracias al telescopio Hubble a principios de 2020.

La energía oscura sería la responsable de la presión que acelera la expansión del universo

¿Y la energía oscura? Sería la responsable de la presión que acelera la expansión del universo debido a estos efectos gravitacionales. Su existencia tiene como principal prueba directa las supernovas de tipo 1a, gracias alas cuales se supo que la expansión del universo no se estaba frenando, sino acelerando (por lo que algo debía de existir para que se acelerase).

Su naturaleza tampoco se conoce de manera exacta. Se sabe que no es muy densa (unos 10−29 g/cm³) y que es homogénea, y sólo se sabe de su interacción con la gravedad (y ninguna otra fuerza fundamental). Pero siendo aproximadamente el 70% del universo, su influencia es importantísima y obviamente es un objeto de estudio en la actualidad.