De esto precisamente hablamos en cuanto a que la Gran Mancha de Júpiter «debería» ser blanca y no roja. La Gran Mancha Roja es una gran tormenta de un diámetro 1,3 veces como el de la Tierra, pero es tan misteriosa como gigantesca (tanto que la NASA la define como «turbulento misterio»). Su tamaño, de hecho, se ha ido reduciendo (era unas 2,5 veces el diámetro terrestre).

La Gran Macha ha sido también estudiada en detalle por Juno, actualizándonos precisamente el tamaño. Como comentábamos, su coloración rojiza ha sido objeto de especulación desde que se descubrió, y en 2018 supimos que unos investigadores estudiaron la coloración que adquiere el hidrosulfito de amonio (NH4SH) al irradiarlo (compuesto que también abunda en Saturno, el cual también tiene franjas rojizas).

Lo que vieron es que las partículas tomaban un tono verde a -113 grados centígrados y a -223ºC se teñían de rojo, por lo que concluyeron que el color no sólo depende de la dosis de radiación, sino también de la temperatura de la misma, y que el viraje a rojo se da en temperaturas más bajas de lo que se había estado probando hasta ahora.

De ahí que las nubes de este gas puedan no ser siempre blancas, aunque la clave del color parece estar en la participación de otros gases. Es decir, la mancha es tan, tan roja que algunos científicos creen que para alcanzar dicho tono hay componentes que aún desconocemos, como los tolin (un tipo de compuesto orgánico que surge por la interacción la radiación solar ultravioleta sobre metano, etano, dióxido de carbono o nitrógeno gaseoso), los cuales son abundantes en Titán, pero cuya presencia no ha sido demostrada en Júpiter por ahora.

La Gran Mancha sigue siendo un objeto de estudio más allá de su composición y color, y hablando de su reducción de tamaño la NASA llegó a plantear en 2018 que su desaparición se puede producir antes de lo que se esperaba. Siendo una tormenta no es algo descabellado pensar en que se pueda desintegrar poco a poco, más aún en una atmósfera tan compleja como la de este gigante planetario. En 2019 detectaron que en ocasiones tiene un comportamiento extraño que llega a ser aleatorio, lo que es indicativo de lo complicado que es determinar sus características.

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